¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?

Mañana es el Día Internacional del Trabajo, y deseo regalarte una pausa en este frenético mundo actual, donde la competitividad, agilidad, ambigüedad y las exigencias laborales crecen día a día, y te hagas una pregunta que te invite a reflexionar sobre la esencia misma de nuestra carrera laboral: ¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar? 

La respuesta a esta interrogante puede parecer simple, pero en realidad encierra una profunda reflexión sobre el equilibrio entre nuestras responsabilidades profesionales y nuestra vida personal.

Algunos movimientos y preguntas relacionadas al título del artículo:

La gran renuncia

En algunos países, se dieron fenómenos como la «gran renuncia», profesionales que no aguantaron más y tomaron decisiones poco comprendidas en contextos donde las tasas de desempleo son alarmantes, como en América Latina, donde renunciar a un trabajo en plena pandemia exigió mucho carácter y callar las voces que no entendían el porqué de la decisión.

desempleo son alarmantes, como en América Latina, donde renunciar a un trabajo en plena pandemia exigió mucho carácter y callar las voces que no entendían el porqué de la decisión.

La renuncia silenciosa

Luego, vino la “renuncia silenciosa”, donde profesionales al ver que sus empresas no cambiaron o aprendieron, y sus líderes no desarrollaron las habilidades socioemocionales para liderar los cambios, están optando por coquetear con el mercado, acción que no realizaban durante años. Según un artículo del New York Times del 2022, “las personas están menos tolerantes con los jefes imbéciles”, y es uno de los motivos de la renuncia silenciosa.

¿Cómo te gustaría que sean tus fines de semana?

Los fines de semana, en muchos casos, son consecuencia de las acciones y decisiones que se dan de lunes a viernes, convirtiéndose en una tubería de escape a una realidad laboral que no enfrentan las personas para replantear el equilibrio en la vida personal y profesional.

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En mis redes, sobre todo en Instagram y tiktok, cuando hago live con jóvenes, parece que el «trabajar para vivir» está más en el ADN en ellos(as), dando prioridad a su carrera, temas relacionados a: salud mental, fatiga y que el famoso «trabajar bajo presión» es una mala distribución del trabajo o un jefe que no sabe distinguir sus prioridades y traslada su desorden al equipo, comportamientos que no toleran los Centennials en un trabajo.

Rescato que los Centennials se atrevan a poner los temas mencionados «sobre la mesa», quizás algo que estuvo ausente en otras generaciones.

3 reflexiones para tener una perspectiva diferente respecto a tu trabajo y averiguar si estás viviendo para trabajar o trabajando para vivir. 

1. ¿Cómo influye lo que sucede en el trabajo en tu vida personal?

La desconexión del trabajo y gestión de las emociones  son variables que deberías poner sobre la mesa para observar cómo están presentes  en las interacciones con la familia. Tus amigos y personas que quieres, no deben ser la tubería de escape para las conversaciones, agendas y emociones que se deben generar en el trabajo.

2. ¿Qué actividad sigues postergando por tu rutina laboral?

“Nunca dejes para mañana lo que no puedes hacer hoy”, parece que esa frase funciona para el trabajo, pero no para la vida personal. Definir las prioridades de la agenda es un no negociable para lograr el equilibro personal y profesional, marcar hitos diarios y semanales en todos los frentes de tu vida permite que tengas el control de tu agenda y no que fuiste secuestrado por la agenda del trabajo.

3. Hoy, ¿cuál es tu moneda más importante?

Los profesionales lideran etapas de carrera donde las prioridades cambian, donde el ser y tener tienen que convivir en las metas anuales que se plantean las personas. Los primeros años de carrera está más presente el tener (formar el patrimonio, seguridad financiera, etc), después el SER empieza a tener más importancia (formar equipos, legado del trabajo, contribución a la sociedad, relacionamiento sólido con la familia). Es necesario, generar metas auto concordantes con las motivaciones y expectativas de carrera, y asumir compromisos sinceros sobre cómo decides gestionar tu tiempo, para que no exista el sentimiento de pérdida respecto a tu vida personal.

Reflexiones finales

El dilema entre trabajar para vivir o vivir para trabajar nos enfrenta a la necesidad de encontrar un equilibrio en nuestra vida, donde podamos conciliar nuestras metas profesionales con nuestro bienestar personal.  

En conclusión, el debate sobre si trabajamos para vivir o vivimos para trabajar nos invita a reflexionar sobre el papel del trabajo en nuestras vidas y la importancia de buscar un equilibrio entre nuestras responsabilidades profesionales y personales, estamos en un mundo de nuevas oportunidades y responsabilidades, donde la palabra y acción “HAZTE CARGO” será determinante para liderar nuestra empleabilidad atendiendo nuestras motivaciones profesionales, y sobre todo, las personales.

Entonces, ¿estás listo para liderar tu carrera profesional? 

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