La muerte nos humaniza, nos pone a todos al mismo nivel. Incluso las personas que anhelan ese paraíso saben que deben morir antes, ya que ello forma parte de plan. Como dijo Steve Jobs en su espectacular discurso a los alumnos de Stanford: “La muerte es el mejor invento de la vida: barre con lo viejo para dar espacio a algo nuevo”. En este momento, sin importar la edad, creencias religiosas, situación económica, nivel cultural, orientación sexual, condición física, etc., lo nuevo eres tú con tus planes, con lo valiente y brutalmente sincero que estás siendo -o debes ser- con ellos, dejando de lado el ruido del exterior, solo escuchando tus motivaciones y preguntándote: ¿qué tan aferrado estoy siendo a mi plan? Quizás lo más difícil es construir un plan que esté limpio de ruidos e intereses externos. Un plan alejado de lo que realmente quieres hacer y de tu propósito te desmotiva, así que lo dejas abandonado a los pocos días o meses. El plan o propósito es la intersección entre varios aspectos que forman parte de uno; algunos aspectos quizás son más evidentes y otros menos: la mezcla de pasión y misión de vida, aquel momento en el cual fluyes en espacios donde pasa el tiempo sin darte cuenta.

Según los japoneses, todo el mundo tiene un propósito o ikigai, que es la intersección de cuatro campos de acción en nuestras vidas. Estos son los siguientes:
• LO QUE HACES BIEN. La mezcla de talento con pasión. Aquello en lo que destacas, y es reconocido por ti y por los demás.
• LO QUE TE GUSTA HACER. La mezcla de pasión y misión de vida. Aquel momento en el cual fluyes en espacios donde pasa el tiempo sin darte cuenta.
• LO QUE EL MUNDO NECESITA. La mezcla de vocación con misión. Aquello que da sentido a los planes, donde visualizas el cambio positivo que provocan tus acciones.
• LO QUE BRINDA UN BENEFICIO. La mezcla de vocación con talento. El beneficio puede ser económico, el desarrollo de alguien, de una comunidad y, en consecuencia, tu propio desarrollo. Como decía Viktor Frankl, todos debemos tener una misión en la vida; si no la tenemos, nuestra misión es encontrarla.

Sé brutalmente sincero. Nadie puede escapar de la muerte; este es un proceso natural, así que debes entenderlo y abrazarlo. Cuando llegue el momento de partir, esperas haber sido sincero con tus planes: ¿Visitaste los lugares que querías? ¿Practicaste el deporte que admirabas? ¿Aprendiste ese idioma? ¿Aprendiste a tocar ese instrumento musical? ¿Tuviste todas las conversaciones importantes? ¿Hiciste ese voluntariado o ayudaste en causas importantes? Debes ser sincero con tus planes y aferrarte a ellos, para que llegado el momento puedas decir: “Aquí vivió una persona que se quedó sin potencial, sin batería, que dio lo mejor de sí todos los días. ¡Tan rápido ya estoy aquí! Sería espectacular que, llegado ese día, voltees, mires tus recuerdos y digas: ¡Qué increíble vida tuve!

PAUSA ACTIVA
¡Solo importa una historia, la tuya!
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