¿Recuerda un líder que te impactó de forma positiva en tu carrera profesional? Piensa unos segundos en tus respuestas. ¿Son respuestas relacionadas a habilidades sociales o técnicas?
Casi siempre las respuestas son: compromiso, estaba presente, ayudaba, escuchaba, generaba confianza, etc. Un líder debe basar su labor en 3 ejes principales: movilizar las motivaciones de las personas, potenciar las fortalezas del equipo (desarrollar al sistema) y cumplir los resultados. El error que cometen muchos líderes es confundir autoridad (cargo, conocimiento técnico, jerarquía) con liderazgo (habilidades sociales).
1. Respeta tu biología.
Tienes 2 orejas y 1 boca, entonces escucha más y habla menos. La capacidad de escucha es importante para liderar, delegar y comprender la comunicación no verbal de nuestros compañeros. De esta forma, puedes realizar las preguntas adecuadas, interpretar gestos, y tomar decisiones efectivas y adecuadas. La política de puertas abiertas no es solo decir: “pueden hablar conmigo cuando quieran”, tus acciones tienen que demostrar esa actitud de escuchar más que hablar.
2. Sé fiel a tu palabra.
El ser comprometido y coherente es algo no negociable. Ello incluye la capacidad de asumir responsabilidades cuando algo está fallando o redoblar esfuerzos cuando es necesario. Asimismo, el rendir honor a nuestra palabra es algo directamente ligado a nuestra ética. Tener claros nuestros valores nos permite “pintar la cancha” y determinar qué no es negociable contigo y para tu equipo. Puedes construir meses relaciones de confianza, pero si faltas a tu palabra se puede destruir toda relación y empezar de cero. Ser fiel a lo que te comprometes como líder es un no negociable… punto. Si por algún motivo, cambian los planes, acciones y eso afecta el compromiso en términos de tiempo, dinero, etc. No lo pienses dos veces y comunícalo al equipo.
3. Orquesta las diferencias
No se trata solo de saber gestionarlas, sino de ser capaz de “subir al palco” para evitarlas. Probablemente esa es la habilidad blanda más valorada porque involucra inteligencia emocional. Consiste en negociar, poseer habilidades de comunicación, empatía, justicia y acompañamiento. Asimismo, implica el carácter y coraje para no esconderse frente a una diferencia dentro del equipo,
y la madurez y olfato para no intervenir porque sabes que el equipo puede resolverlo sin necesidad de tu ayuda. El conflicto se gestiona accionando tu presencia o monitoreando desde el “palco”.
Invertir tiempo en desarrollar estas competencias será la clave para asegurar el lugar del ser humano en el mercado laboral. Todas las habilidades se pueden potenciar, pero ello implica desarrollar un autoconocimiento de nuestras fortalezas y oportunidades de mejoramiento, así como una motivación por mejorar, disciplina y, sobre todo, disfrutar el proceso. Por último, no olvides ser agradecido cada vez que aprendes algo, ya que el agradecer nos conecta con la capacidad que tenemos de ser mejores personas y profesionales.
PAUTA ACTIVA
1. ¿Eres él líder/la líder que te gustaría tener ?
2. ¿Qué habilidad blanda será la que te harás cargo para desarrollar este 2020?
Autor: Alfredo Alfaro
Conferencista, Escritor y Consultor – Top Voice LinkedIn LATAM.
CEO de First People Consulting